El amargo café del domingo

 

Nuestro corresponsal en España, Eduardo Cornago, nos dice como ven por allá el mal paso de Paco Jémez y el Cruz Azul

En España la derrota de Cruz Azul ante Atlas ha caído como un jarro de agua fría. Pónganse en la situación de levantarse de la cama a primera hora de la mañana y ver que muchos medios abren con la noticia de que Jémez está bajo lupa tanto por la directiva como por su propia afición. Digan lo que digan se trata de un despertar injusto, nadie, al menos que yo conozca, ha hecho los actos necesarios para merecer tal castigo.

 

En España la gente sabe que no le están yendo las cosas bien, pero apenas han mirado un encuentro. Da la sensación de que la herida está infectada y cada vez escuece más, no voy a negar lo que es evidente y Cruz Azul por historia no debería estar en el lugar 17 y sí en lo alto de la clasificación. En esto estamos 100% de acuerdo. Pero se nos escapa un matiz que, lejos de servir como excusa, marca la diferencia: el equipo de Jémez genera alrededor de unas 15-20 ocasiones por encuentro, sin embargo aún no han sido capaces de meter tres tantos durante 90 minutos. Ahora pregunto: ¿Realmente el verdadero problema es de Paco?  Si el Real Madrid de cada cinco veces que llega hace tres goles, imagínense si tuviesen más de 15 oportunidades evidentemente los partidos acabarían con resultados de dos dígitos. Sin embargo, casi nadie es capaz de lograrlo. A lo que voy que me enredo el gran mérito que no se le valora al técnico español es el de llegar con mucha facilidad al área rival y Cruz Azul sí cumple con esa premisa.

 

Más allá de que Paco elabore todas las tácticas del mundo para que las jugadas desemboquen en disparos a puerta, él no puede hacer los goles. El futbol es un deporte donde el estratega tiene que dotar al equipo de una identidad propia que le haga diferente al resto de clubes para que su afición se sienta única: “No jugamos igual que ustedes, menos mal”. Bromas aparte, desde el primer partido oficial ante Necaxa, el equipo celeste además de vencer también jugó muy bien al fútbol. Es por eso que las sensaciones y los resultados no deben ir nunca de la mano puesto que este deporte no entiende de justicias.

 

Aún me acuerdo de una charla que dio hace ya un tiempo a jóvenes entrenadores españoles. Un chico atrevido le preguntó que si 100 derrotas cambiarían tanto sus métodos como la manera que tiene de ver el futbol. El “no” silenció la sala. Algunos pueden abogar por el tópico de que el técnico debe amoldarse a las características de los futbolistas, pero con el paso del tiempo se ha comprobado que eso no es así. La verdad de este asunto radica en tener personalidad suficiente como para no rendirse al primer fracaso, ahí se mide la valentía de las personas.

 

El Jémez que gustó al presidente del club fue el mismo que el de ahora porque éste no ha cambiado en nada. Cuando le incorporaron ya sabían que, posiblemente, el mayor hándicap de sus formaciones estaba en la defensa adelantada que tantos goles cuestan a sus equipos. Al igual que también conocían su fuerte carácter cuando algunos le atacan. No era un desconocido con el que probasen suerte, al contrario pensaron que era la persona indicada y, aunque suene utópico, estoy convencido de que no se han equivocado.

 

Sin ir más lejos, el año pasado el Rayo Vallecano completó una racha similar a la de Cruz Azul: 0 victorias, 3 empates y 7 derrotas en 10 encuentros disputados hicieron que unos pocos dudasen del entrenador español. Todos los rumores desaparecieron cuando, sin cambiar el guión anterior, se goleó al  Celta de Vigo por 3-0. Esa victoria supuso un punto de inflexión puesto que a raíz de la misma el conjunto vallecano estuvo siete partidos sin conocer la derrota, algo inaudito para el equipo franjirrojo. Dicho esto, amigos mexicanos echen azúcar al café porque para todo siempre hay una solución: tener paciencia.


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