El primer torneo de la Liga MX Femenil resultó ser un éxito, con una mejor asistencia semana tras semana, el público y los equipos lograron buena conexión, sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, principalmente por el tema de los salarios.
Los salarios que perciben las futbolistas profesionales no se comparan a los que se perciben en la liga varonil. Para muestra un ejemplo. Nayeli Rangel de Tigres, Cecilia Santiago de América o Mónica Ocampo de Pachuca, son parte del pequeño grupo de jugadoras que perciben, en promedio, 6 mil pesos mensuales; mientras que un jugador de primera división como Oribe Peralta percibe un salario promedio mensual de 2 millones 783 mil pesos.
A diferencia de países como Dinamarca, en donde los salarios para hombres y mujeres son iguales, México y su futbol demarcan una enorme desigualdad en todos los sentidos y lastimosamente también en lo deportivo.
Apenas hace algunos días esta diferencia fue reforzada con las declaraciones de José Luis Higuera, quien reveló que las jugadoras y campeonas de la Liga MX, Chivas, deberán tener suficiente con su sueldo normal y la alabanza de la afición pues no recibirán primas económicas extra por haber conseguido el primer campeonato femenil en la historia del futbol mexicano.
Con el escándalo de la goleadora del Atlas, Alicia Cervates, quien destapó que el equipo le pagaba mil quinientos pesos mensuales, de nueva cuenta hace que las alarmas se prendan, ya que el trato y el pago que están recibiendo las mujeres por hacer su trabajo en la cancha es muy pobre y parece que la Federación Mexicana de Futbol no quiere meter las manos.
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