El método y la suerte

 

Trascender en una Copa del Mundo va incluso más allá de tener la dicha de contar con brotes de talento irrepetibles

“Es mejor tener suerte. Pero yo prefiero ser exacto. Luego, cuando venga la suerte, estaré dispuesto”, rezaba una de las frases más emblemáticas de El viejo y el mar de Ernest Hemingway, un melancólico relato sobre el periplo de un veterano pescador. Siendo un hombre metódico, el viejo Santiago no desestimaba la influencia del azar, pero se resistía a hipotecarle todo su futuro en la soledad e inmensidad del Caribe sin un ambicioso plan que reivindicara su oficio.

Trascender en una Copa del Mundo va incluso más allá de tener la dicha de contar con brotes de talento irrepetibles, el atributo multicultural de una potencia colonizadora, la confluencia de dos de los cinco mejores centrocampistas de su época o los frutos de una revolución conceptual y metodológica en una estructura tradicionalmente ortodoxa.

Un semifinalista del mundo se beneficia de un cruce asequible, de un error de juicio arbitral, de la parálisis emocional de un futbolista en el momento menos oportuno, del indescifrable movimiento de un balón, de las secuelas de una tormenta bíblica o un sol abrasador, del gen competitivo de una raza superior, de una manifestación de talento irracional o de un caprichoso guiño del destino.

Contrario a lo que se piensa, la suerte juega un papel fundamental en la consecución del éxito en el futbol y en la vida misma. El alemán Julian Nagelsmann, seguramente el entrenador más prometedor de Europa, explicaba en una valiosísima entrevista con El País hace varios meses que para alcanzar la cima necesitas vivir para el trabajo y que tus mejores momentos coincidan con tus momentos de suerte. Es preciso puntualizar que darle un valor preponderante a la suerte no supone que el método pierda relevancia, sino todo lo contrario.

Hace no mucho vino un entrenador colombiano a buscar revolucionar nuestro futbol como concepto global y lo tratamos, entre ex futbolistas, entrenadores domésticos, panelistas, intelectuales y aficionados de cantina, como poco menos que un charlatán. Tan pronto no surja algo parecido a Tesla capaz de anticipar el flujo del azar, debemos replantear nuestras prioridades y objetivos. Tenemos cuatro largos años por delante, quizá resulte menos complicado si elegimos no comenzar otra vez de cero. Luego, que la suerte decida.

@Ricardo_LoSi


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