Lección francesa a poderío teutón

Imagen para ilustrar. Foto: Reuters 

Francia se encamina la final ante Portugal

Los blues no llegaban a una final futbolera desde la inolvidable de 1998, cuando con los goles de Zidane y Petit doblegaron a Brasil para levantar por primera vez un trofeo. El de campeones del mundo. Aquella noche fue sin fin, la gente desbordó las avenidas de París, así como hoy las empinadas calles de Marsella que, desembocando en el mar, no podrán contener la oleada francesa victimaria de la poderosa Alemania.

Dos errores groseros fueron la diferencia en el peleado y arrebatado partido. La absurda mano del veterano Schweinsteiger trajo el penalti de la primera anotación y la segunda llega por falta de decisión del portero Neuer que le deja la pelota en los pies al delantero Griezmann para que la empujara y sentenciara el pase a la final.

Shampoo para el corazón

Bien sé que el futbol no cura las amarguras ni los ingratos recuerdos de lo que ha vivido París en los últimos meses, pero cuando ante tanto des fortunio el futbol puede traer alegría seguro se agradece y si esa corriente de júbilo alcanza para ser campeón de la Euro pues que mejor.

Tras los atentados caminar por el solitario y frio Paris decembrino, invitaba al miedo y a la reflexión. Hoy el clima ha cambiado, los boletos están agotados para la final y ni pensar en un modesto lugar en un bistró o en algún bar para ser parte de 90 minutos o más de sueños azules en esa búsqueda frenética por ser el rey de Europa los siguientes 4 años


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