El futbol mexicano estableció un acuerdo entre los dueños, fuera de la reglamentación de la FIFA, donde, velando por sus intereses, económicos y deportivos, desarrollaron un arreglo con el que protegían sus inversiones al mantenerse dentro de la negociación de un jugador cuando este quisiera pertenecer a otro equipo del futbol mexicano. A este acuerdo se le llamó ‘Pacto de Caballeros’ y alude a los derechos de formación de un jugador. Ante cualquier negociación, el club formador, o último en poseer la carta de algún futbolista, tiene derecho a un porcentaje de las operaciones que en el futuro se realicen con el mismo. La negociación se realiza directamente con el club, aún cuando resten solo 6 meses de contrato, contrario a cualquier liga europea donde una vez que restan 6 meses en el contrato de un jugador, el club solo puede ofrecer una renovación o acceder a la salida del jugador si este así lo desea.
En resumidas cuentas, un club dueño de la carta de un jugador puede interceder en la negociación con la directiva de algún otro equipo para detener una transferencia, es decir, si el club que poseía la carta de un futbolista no acuerda con la nueva directiva el pase, o en su defecto, no da el visto bueno por distintas razones como pueden ser los términos, ya sea negativos o positivos en los que el futbolista partió de la institución, la operación no se realiza, dejando desprotegidos los intereses del jugador y sanos y salvos los de la directiva y el club.
Este acuerdo no se encuentra dentro de los estatutos de la FIFA y es de carácter informal, al no requerir documentos, sino la palabra del cada uno de los dueños; de ahí que se nombre ‘Pacto de Caballeros’. Este famoso acuerdo obliga a los jugadores a aceptar contratos con directivas, no necesariamente justos o convenientes para el futbolista, o negarse a cuestionarlas con el temor de que en un futuro, cuando una oportunidad se presente, ya sea por volver al futbol mexicano después de emigrar al extranjero, o simplemente cambiar de institución dentro de la propia liga nacional, el futbolista vea un impedimento por no haber cumplido con los deseos de la institución a la cual pertenecía. Este acuerdo fue aprobado por la Federación Mexicana de Futbol y los dueños del futbol mexicano en 2002.
Los principales casos en los que se presenta el ‘Pacto de Cababalleros’ es al momento que el contrato de un futbolista está cerca de llegar a su fin, como fue el caso de Oswaldo Alanís, defensor central de Chivas, que en su deseo por emigrar al futbol español, y después de una pobre oferta de renovación con Chivas, decidió negarse a permanecer en la Liga MX y con el conjunto rojiblanco, activando el ‘pacto de caballeros’, mismo que en un futuro podría negarle la posibilidad de volver al futbol mexicano, al no cumplir con las demandas de su club y ver su regreso comprometido al visto bueno de su ex institución, en este caso Chivas.
Por ejemplo, Alanís parte al futbol español y tras algunas temporadas surge el interés de Monterrey por repatriarlo. El acuerdo no se llevará a cabo sino hasta que Chivas diga que está de acuerdo con el regreso del futbolista. Este ‘visto bueno’ solo se presenta en casos en los que el jugador aceptó someterse a las indicaciones de su club, sin poder negarlas al verse amenazado indirectamente por el acuerdo que los dueños del futbol mexicano, respetan tan ‘caballerosamente’.
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ASC
