Leyendas de la Euro: 1968 cuando Italia esclavizó a la suerte

Gracias a un “volado” y en dos finales la Squadra Azurra conquistó por primera vez la Eurocopa
Staff Capital Digital Publicado el
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Si la década de 1960 es conocida como “la juventud del mundo”, 1968 tiene que ser el año de la rebeldía, en esos doce meses estallaron tres movimientos que cambiaron para siempre la cara de la política mundial. En Checoslovaquia, los estudiantes y los trabajadores se unieron para pedir más libertades políticas y sociales al duro régimen comunista de Moscú; en Francia estallaron, en mayo, una serie de protestas sin precedentes en contra del sistema político, los estudiantes tomaron la calle bajo el lema de “prohibido prohibir” y en México los universitarios fueron la punta de lanza de un movimiento que comenzó pidiendo reformas políticas y acabó por exigir libertad total.

 

Los tres movimientos fueron duramente reprimidos y acabaron por diluirse en la hilos de la historia, pero su esencia quedó indeleble en la mente de miles de personas que vieron en ese año la última oportunidad para exigir cambios y libertades a los duros sistemas políticos, sociales y económicos  de la época.

 

Nazionale italiana di calcio 1968

Las ideas del 68 también tocaron al futbol y en Europa, al menos, el balompié evolucionó con un nuevo sistema de competencia en la Eurocopa, la edición de 1968 sería una de las más incluyentes de la historia, ya que estrenó una ronda de fase de grupos con 31 participantes divididos en ocho sectores, el objetivo era quedar primero para ganar un boleto directo a los cuartos de final disputados a doble vuelta. Como en las dos ediciones anteriores, las semifinales y la final se disputarían en una sola sede aquella ocasión la elegida fue Italia

Curiosamente, en el grupo ocho quedaron cuatro equipos británicos: Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte y gracias a ello el juego entre Escocia-Inglaterra en el Hampden Park registró una entrada de 130,711 aficionados un récord que permanece imbatible hasta la fecha.

Aquí nació el catenaccio

Italia también montó su propia revolución y con un sistema basado en una férrea e infranqueable defensa, liderada por el arquero Dino Zoff, uno de los metas más espectaculares que se han visto en la historia del futbol, logró calificarse como primero. España, Unión Soviética, Bulgaria, Yugoslavia, Hungría, Francia e Inglaterra también calificaron como líderes.

 

La Squadra Azurra comenzó a tambor batiente la ronda de cuartos de final de aquella Euro y tras un espectacular 4-3 frente a Bulgaria, enfilaron para enfrentarse a la poderosa Unión Soviética en semifinales.

Una vez en el encuentro, la URSS lanzó una y otra vez su poderosa ofensiva contra un muro italiano que osciló innumerables ocasiones pero no cayó, así llegó el silbatazo final y con ello los tiempo extra, el empate se prolongó durante todo el alargue y al no existir (no de manera reglamentada) la definición por los penales se tuvo que dejar a la suerte, un lanzamiento de una moneda fue el método que favoreció a los trasalpinos y que definió al primer finalista.

Yugoslavia, por su parte arrolló a Francia por marcador de 6-2 en cuartos de final y en semifinales lograron derrotar a la temible Inglaterra de Bobby Charlton en un partidazo que se definió por la mínima. Así, los dos equipos más poderosos de la Euro llegaron a disputarse la final en el Stadio Olimpico di Roma el 8 de junio de 1968 ante poco más de 50 mil espectadores.

Las dos finales

El último partido de la Euro representó un choque de estilos, por una parte Yugoslavia jugaba de una manera vertical y sin reservas a la hora de irse al ataque. Por otro lado, Italia basaba su futbol en un aguerrido muro defensivo y en rápidos contragolpes.

Como era de esperarse, Yugoslavia comenzó dominando y los italianos tuvieron que comenzar a resistir desde muy temprano, hasta que al fin claudicaron a los embates balcánicos. El gol llegó tras una diagonal por línea final, la zaga italiana tuvo una leve confusión, y Dragan Dzajic aprovechó para rematar con un punterazo sobre la meta local con lo que decretó el 0-1 parcial al minuto 39.

Italia, fiel a su estilo, no perdió orden en su cuadro bajo aunque comenzó a intentar rápidos contragolpes que fueron bien contenidos por la defensa, sin embargo al minuto 80, la suerte volvió a sonreírle a los azurri y una falta en la afueras del área fue suficiente para que Angelo Domenghini sorprendiera a todos con un tiro a media altura que acabó por colarse en la meta yugoslava. Con el partido empatado en los 90 minutos, la reglas de la época dictaban que debía jugarse una segunda final 48 horas más tarde.

 

La repetición de la final, también disputada en el Olímpico de Roma, fue totalmente diferente, Italia aprendió de sus errores y en lugar de salir con un esquema defensivo, saltó a la cancha con la idea de  proponer desde el minuto cero, adelantó líneas y trató de presionar desde medio sector, Yugoslavia desconcertada con el parado de los Azurri vaciló entre atacar y defender hasta que por fin llegó el error en su zaga, al minuto al 33, un tiro de media distancia fue mal cortado por la defensa y Gigi Riva aprovechó para contrarematar el malogrado rechace y mandó la bocha al lado derecho del meta para poner el 1-0 parcial.

Yugoslavia intentó desesperadamente igualar la final, pero invariablemente se estrellaron contra el bastión italiano, además, dicho sea de paso, la diosa de la fortuna parecía marchar encadenada a la defensa azurra que resistió y hasta se salvó en más de una ocasión, sobre el final, cuando los balcánicos estaban entregados, física y moralmente, los italianos dieron la puntilla final con un soberbio golazo de Pietro Anastasi que, al minuto 88, prendió un balón de mediavuelta y venció la meta visitante. Estaba hecho Italia inauguraba con un campeonato un nuevo estilo de juego basado en la defensa y no en el ataque, había nacido el tan temido Catenaccio.

 

AGC