Cruz Azul, ¿y ahora qué?

Foto: Mexsport  

Herrera apostó por el pragmatismo y la motivación y, una vez más, ganó con el mismo discurso de hace cinco años y medio, ese que sólo le hace daño al Cruz Azul.

La Máquina terminó el Apertura 2018 como ya es costumbre desde 1997, hundido en el fracaso, pero con números que a muchos les sirve de bálsamo para hablar de un equipo ‘competitivo’, palabra que para la escala de los grandes, y para mi forma de entender el deporte, no sirve sin título en mano.

No es dureza ni injusticia, decir que Cruz Azul es un equipo mediocre en fase final es el primer paso para trascender, luego viene el manejo de crisis, pero ya es momento de aceptar con todas sus letras: este equipo dejó de ser grande hace mucho tiempo.

Corte de caja

El torneo que Cruz Azul rubricó como súper líder habla de la falacia que es el campeonato mexicano. Dicen que las ofensivas ganan partidos, y las defensivas títulos, este mito también lo derrumbaron los cementeros: en 17 partidos que el equipo disputó, sólo recibió 13 goles, mantuvieron el cero en 9 de ellos, una clave para este récord fue la contratación de Pablo Aguilar, y sin embargo, aceptaron dos goles en casa en el duelo más importante.

Caixinha apostó por la solidez defensiva, el orden y la férrea marca fueron la carta fuerte todo el torneo, quizá porque en la parte ofensiva no había demasiado de dónde echar mano. Cruz Azul no tiene recambios de peso, y se notó en los 45 minutos finales de la serie contra América. Desde la vuelta ante Gallos, el equipo adoleció de ideas, e incluso, de intensidad, mismo síntoma que terminó por mandarlos a la lona en el duelo más importante de la temporada. Cruz Azul era el mejor equipo local del Apertura 2018, de nueve partidos en el Estadio Azteca, ganó ocho y empató uno, en el último cotejo de la temporada como local ni siquiera se acordó que lo era. Imperdonable.

A Cruz Azul solo le alcanza para torneos pequeños como la Copa MX.

Vivimos una de las peores series finales de la historia, dos equipos ‘grandes’ amarrados, con miedo y jugando al error, Caixinha se dio el tiro de gracia al no ir por el juego y dejarle al América lo que mejor sabe hacer, tomar iniciativa, cazar al rival y matarlo en el momento perfecto.

Miguel Herrera le ganó el duelo con muy poquito, ‘El Piojo’ volvió a derrumbar el pedestal de los técnicos estudiosos, y es que no necesitó de mucho, tácticamente, para aniquilar a quien colocan como uno de los estrategas más preparados y teóricos. Herrera apostó por el pragmatismo y la motivación y, una vez más, ganó con el mismo discurso de hace cinco años y medio, ese que sólo le hace daño al Cruz Azul.


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