El clásico se gana y ya

 

No hay nada como el clásico nacional, ese que arrebata, calienta las pasiones y alebresta a propios y extraños durante esas dos horas de pasión que nos hacen olvidarnos del entorno. Chivas pasa malos momentos, entre las derrotas dolorosas, pocas victorias, eliminación en la Copa y decisiones verdaderas o ficticias sobre Omar Bravo y Gulit […]

No hay nada como el clásico nacional, ese que arrebata, calienta las pasiones y alebresta a propios y extraños durante esas dos horas de pasión que nos hacen olvidarnos del entorno.

Chivas pasa malos momentos, entre las derrotas dolorosas, pocas victorias, eliminación en la Copa y decisiones verdaderas o ficticias sobre Omar Bravo y Gulit Peña que ponen el clima por arriba de los 45 grados.

Mientras que en el Nido hay compromiso por ganar en los cien años de festejo, sabedores que la balanza del buen futbol se inclina de su lado.

Lo que más me gusta de los clásicos es que hay que jugarlos, pitando el árbitro puede pasar de todo y el correr del juego puede colocar al favorito en la lona y al condenado en las mieles del triunfo.

Eso es el futbol, sabroso.

Bonito será ver el estadio de Chivas repleto, pintado de los colores de los dos equipos y en una de esas más americanistas que los locales y es que en Guadalajara el que manda es el América.

Rodar apuestas, desde unas suculentas garnachas hasta un infaltable billetito que motive el orgullo.

Porque no si es el clásico de clásicos.

Quién anota primero, quién gana la primera mitad, primera amarilla, primera roja y la victoria absoluta.

Gama de posibilidades que para todos juegan y que entre los amigos hacen la efervescencia adicional a las emociones propias del agarrón.

Yo voy América, siempre ha sido así y como no cuando tengo estupendos rivales de postura como mi querida Eugenia Valdés, amante de Chivas y de los malos resultados.

Persona extraordinaria con el equipo equivocado, suerte querida amiga.


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