Es una frase trillada, pero es la realidad. El hilo siempre se rompe por lo más delgado y en este caso de Pumas, paga las consecuencias Juan Francisco Palencia.
Sin voltear a ver mucho los números y sí viendo lo que el equipo transmitía en el terreno de juego, desde hace algunas semanas era de esperarse la salida del técnico universitario.
Jugadores fuera de posición, solo Castillo y 10 más, Joffre Guerrón en la banca y una suma de incoherencias que terminan por dejar a Pumas muy lejos de los objetivos al término del primer tercio del campeonato. Y es que Paco no hace milagros.
En colaboraciones pasadas mencioné que jugadores de Pumas, encabezados por Guerrón, le estaban tendiendo la camita al técnico. Esto dicho en esas platicas interminables de café, donde se entera uno de muchas cosas.
No deja de ser una lástima, mas no un fracaso para Paco Palencia. Es un técnico joven, con mucho que aprender y con oportunidades que sin duda se presentarán en instituciones donde se conoce su valía como persona. Allí está por ejemplo Cruz Azul.
Ahora y en lo que se aplacan las aguas el equipo queda en manos del eterno Sergio Egea que, desde que llegó al futbol mexicano -procedente del balompié argentino-, ha trabajado con los chavos del Pedregal y conoce a fondo lo que la directiva pretende, aunque creo que por esta temporada las oportunidades de algo grande se ven lejanas.
Sin perder el tiempo el desgarrado Pumas visita el próximo domingo al desdentado Tiburón veracruzano en duelo del hambre contra la necesidad, pero ya con nuevo domador.
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AFG/PFMC
