Por Aldo Fernández
Esta vez fue la defensiva de los Broncos de Denver la que sacó la cara en la edición 50 del Super Bowl. Los hombres de naranja trabajaron a la perfección para detener y desesperar al joven Cam Newton al grado de llevarlo de lo sublime a lo ridículo.
Da Marcus Ware fue la clave, hombre de recursos inagotables y espíritu indomable que supo acomodarse y acomodar al bloque defensivo que no le permitió nada a las panteras que pronto vieron su realidad pese a lo cerrado del marcador en la primera mitad.
Balones sueltos, pases interceptados, corridas de fumble y la inoperancia se convirtieron en la peor pesadilla del equipo que solo había perdido un juego en la temporada.
Manning cauteloso, sin lanzar el balón por falta de brazo y por conocimiento del reloj de juego. Poco a poco avanzó a los Broncos hasta la zona de puntos sin dejar nada a la deriva. Se va Manning, se va un grande con dos anillos de super tazón.
La gente que en la mayoría vestía de naranja dieron rienda suelta a la alegría del resultado inesperado. Pasaron de victimas a victimarios sufriendo el juego sobre todo en el tercer cuarto cuando las panteras se apoderaron del ritmo del juego.
Denver gana y gana bien, con el entrenador mas valioso del año y con esos resultados que sin decir mucho hoy los tienen con el trofeo Lombardi en las manos.
Cheque de 78 mil dólares a cada uno, su anillo de ganadores valuado en 7,500 dólares y el corazón que no cabe en el pecho y que estará por delante en el desfile de la victoria.