En su pelea por llegar a ser, Kandy “Rubia” Sandoval ya ganó los rounds

 

Por Ricardo de la Rosa. México, 27 May (Notimex).- Desde muy pequeña comenzó a recibir los golpes de la vida, los cuales le fueron forjando el carácter para sobrevivir en la calle, y con el tiempo, Kandy “La Rubia” Sandoval comenzó a desarrollar su carrera en el boxeo, el cual combina con el estilismo. De […]

Por Ricardo de la Rosa.

México, 27 May (Notimex).- Desde muy pequeña comenzó a recibir los golpes de la vida, los cuales le fueron forjando el carácter para sobrevivir en la calle, y con el tiempo, Kandy “La Rubia” Sandoval comenzó a desarrollar su carrera en el boxeo, el cual combina con el estilismo.

De hecho, se inició primero en la actividad de asesorar en el cuidado de la imagen y estética personal, para luego incursionar en este rudo deporte que en principio, era dominado por los hombres, algo contra lo que también tuvo que luchar para superarse.

En entrevista con Notimex, la peleadora relata pasajes de su vida en los que tuvo que pasar por carencias, abandono, abusos e incluso el machismo, en sus aspiraciones por sobresalir en el pugilismo.

“Vengo de una familia disfuncional, mis padres se divorciaron cuando tenía cinco años y desde entonces mi vida se tornó un poco peligrosa y con una infancia muy diferente a lo normal. Mi madre trabajaba desde las seis de la mañana hasta las 10 de la noche”, recuerda la pugilista.

“Vivía con mi hermana y las dos nos cuidábamos y nos íbamos a la primaria juntas y regresábamos juntas. Mi mamá nos dejaba de comer, nosotras nos servíamos, hacíamos el quehacer. Mi padre fue irresponsable porque no ayudaba con toda la pensión que ella necesitaba y empezó a tomar su distancia”, narra.

De baja estatura y con tatuajes en un brazo, revive sus experiencias sentada en la silla en la cual normalmente atiende a sus clientes para cortarles el cabello, rodeada de sus “herramientas” que utiliza para atender las peticiones de quienes acuden a un corte.

Recuerdó que en muchas ocasiones tuvo que llegar a los golpes con algunos niños de su barrio por las burlas de que era objeto, al no tener a su padre en casa.

“Como yo tenía ´padrastros´ en los dedos, los niños me hacían burla y me decían que sí tenía padrastros era porque los tenía en los dedos, y yo, para que no vieran que me sentía mal y me dolía eso, les decía groserías y empecé de peleonera”, señaló.

Ese tipo de situaciones no la alejaron de las calles, pues le gustaba jugar futbol, se iba a las maquinas de juegos o buscaba hacer cosas para perder el tiempo, cosas que eran exclusivas de los niños.

El abuso sexual

Ante la falta de los cuidados maternos y pese a estar siempre con su hermana, un descuido la llevó a sufrir abuso sexual, algo con lo que tuvo que vivir mucho tiempo, pues cuando le contó a su madre, no le creyó.

“Sufrí una violación y cuando le dije a mi mamá no me creyó, la sufrí entre los nueve y 10 años de edad, pero fue hasta los 18 que se lo dije a mi mamá, pero nunca me creyó y pues me fui de la casa, ya sabes”, recordó la boxeadora.

En la adolescencia tampoco le fue bien pues tuvo que enfrentar otro tipo de situaciones: cayó en las drogas y vivió en la calle, porque su madre la corrió, y en ese ambiente es complicado salir, pero ella lo consiguió.

“De adolescente me metí al mundo de las drogas unos años. Viví en la calle, mi mamá me corrió porque no quería una drogadicta en casa”.

Con tres medios hermanos y una hermana natural, la peleadora explica que es todo lo contrario a su hermana, pues ella sí estudió y era bien portada, mientras que ella daba la cara por su “carnal” menor, lo defendía y peleaba con todos por ello.

Con el tiempo se dio cuenta de que llevaba “una vida así como muy dispersa, muy extrema, pues mientras aquí te tengo limpio, acá te aviento toda la mugre, y por eso estoy en el estilismo y en el boxeo”, refirió.

Cambio de vida

Cansada de andar de un lado para otro y de no tener donde vivir de manera estable, aceptó la sugerencia de un amigo estilista para que trabajara en esta actividad, y al no poder estudiar lo que le gustaba, la psicología, comenzó a trabajar de ayudante.

“Tenía un amigo que era gay. Yo trabajaba en una cafetería en una plaza, hace 12 años y me decía, ´qué onda, qué va a ser de tu vida, por qué no trabajas de estilista, tengo un amigo que te puede ayudar¨”.

“Yo no tenía nada que ganar ni nada que perder, era como un barquito que se va, y decidí entrarle y aprendí, me enseñaron y me gustó. Hice mi examen para la UAM y no me quedé, entonces decidí aprender el estilismo y le tomé cariño, pero empecé barriendo el local”, señaló.

Con muchas necesidades por satisfacer y con un dinero fijo, recibió otro duro golpe cuando la persona que la instruyó en ese trabajo, le pidió que se fuera, que buscara otros horizontes, pues ya tenía el conocimiento para hacerlo por su cuenta.

“Después de un año me dijo ´tú ya aprendiste, ya te mandé a cursos, ya no te quiero aquí. No te puedo tener aquí porque mis clientes no se van a cortar el cabello porque vieron que tú eres la que barre. Necesitas volar; estás despedida”, agregó.

Ante la mirada de sus compañeras que siguen muy atentas la entrevista, “La Rubia” Sandoval explica que al escuchar eso, sintió que la vida se le venía abajo de nuevo y comenzó a sentir miedo, pero se tuvo confianza.

Le llega la oportunidad de boxear

De mirada fuerte debido a los enfrentamientos en la calle para defenderse ella o a los suyos, la peleadora xochimilca evocó sus primeros momentos en que se sintió atraída por subirse al cuadrilátero a intercambiara golpes.

“En la primaria y secundaria, aunque fui bien desordenada, siempre me gustó el deporte, por eso siempre estaba en la calle jugando futbol o basquetbol y ya en la prepa estuve en la selección de basquetbol; siempre me gustó el deporte”.

Como el trabajo en la estética le daba tiempo para hacer otras cosas, sobre todo por la mañana, acudió al deportivo de la ahora alcaldía de Xochimilco para buscar una actividad y por la hora que era, las ocho de la mañana, solo había boxeo.

“Ya cuando tuve este trabajo al que entraba hasta las 11:00 horas, y yo acostumbrada a levantarme siempre temprano, me fui a la deportiva de Xochimilco y nada más había box a las siete de la mañana y yo dije: ¿box? Bueno”.

“Pues voy a venir a ver qué es eso porque yo no sabía nada. Ya fui, me vio el entrenador Degollado y me dijo:

-“¿Tú qué. Eres hombre o mujer”?

-“Pues mujer”.

– ¿ Y qué haces aquí”

– “No pues vengo a ver si me inscribo”.

Recordó que la respuesta que le dio el entrenador la dejó un tanto desconcertada, toda vez que le hizo ver que ese era un deporte para hombres y de plano, no confiaba en que las mujeres pudieran sobresalir.

“Sabes que yo de entrada no le tengo fe a las mujeres, el boxeo es de hombres, pero como quieras, si pagas, pues no te voy a poder correr”, recuerda que le dijo el entrenador. “Dije gracias y me quedé sentada y cuando me vio ahí, entonces me dio la oportunidad”.

La constancia y la entrega que puso en cada entrenamiento, en cada pelea poco a poco le llenaron el ojo al entrenador que seguía en su postura de que las mujeres no fueron hechas para ese deporte, a pesar de los antecedentes que ya había.

Recuerda que el señor Degollado le dijo, “ya que te levantaste temprano y estás aquí ve lo que los demás hacen y cópialos, y que me paro y a entrarle y me dice: ´¿ya habías entrenado antes? No.

Pero, ¿has peleado?

“Sí, en la calle”.

Luego de ver los avances obtenidos con sólo “copiar” y una vez inscrita, Sandoval, que comienza los preparativos para una próxima pelea, pidió que la pusiera a pelear con un varón, pero éste se negó, aunque al final quedó sorprendido por el atrevimiento.

“Yo le decía póngame con él, y me decía: ´no, te va a matar´. No me mata, si ve que me pega muy duro me baja. Y lo convencí y como a los 15 días le dice al chavo ´ahí sobrellévala´, y yo que le doy, y me dijo, ´pues eres brava, sí la haces´, y poco a poco me empezó a considerar”.

A partir de entonces comenzó a tener actividad y al mes de haber entrado al gimnasio tuvo su primera pelea que se llevó a cabo en Tláhuac, y a la que su entrenador no asistió por pena de que la derrotaran, y aunque así fue, dio una dura batalla como lo ha hecho con la vida.

En lo que fue el cierre de su carrera amateur, le sugirieron que escogiera una rival para despedirse de esta etapa y eligió a la misma rival a la que noqueó en el primer asalto pese a que le llevaba diez años de experiencia. Ya estaba lista para el profesionalismo.

“Debuté como profesional, pero no había chavas de mi peso. Había una que pesaba 60 y tantos kilos y yo pesaba 54, y me dijeron que nada más estaba ella y que estaba grandota y pesada y vas a ir a pelear a Yucatán, y dije no importa; debuté y le gané”.

Luego de haber contado las cosas por las que ha pasado, se da tiempo para bromear, al referirse a su actividad combinada con pugilismo y estilismo cuando presta el servicio a mujeres, “a unas aquí las dejo guapas y a otras en el ring lo más feas que se pueda”.

Sin embargo, se pone un tanto pensativa cuando ante la pregunta de cuál de todas las peleas que ha tenido hasta el momento le ha resultado la más complicada. Mira fijamente y responde:

“Todas han sido complicadas, lo que pasa es que a mí me han agarrado de ´calador´, llevaba ocho peleas de profesional y “La Loba” Muñoz ya llevaba 28, y ya le querían dar el campeonato y que me dicen ¿´te rifas´? Y dije: cómo no”.

“Era una pelea a 10 rounds, iba a salir en la tele y me iban a pagar 20 mil pesos y dije 10 rounds, 20 mil pues va. Nunca me imaginé lo del cinturón, yo no sabía lo que era el valor de ser campeona, yo nada más sabía lo que era subir al ring y soltar golpes. No sabia nada”.

Explica que posteriormente tuvo otra pelea en la que iba por una bolsa de 40 mil pesos y era de revancha con “La Loba” y la aceptó, pues recordó que “estoy preparada para esto y más”. Luego vinieron más pleitos programados.

Comenta que hasta ahora le cayó el 20 de lo que es ganar un cinturón y pensando en esa posibilidad, echó a la basura todos los trofeos que había ganado en peleas anteriores en espera de una oportunidad, una vez que ha adquirido toda la experiencia.

Mientras esa oportunidad llega, reflexiona sobre lo que ha sido su vida y la forma en que la ha enfrentado y salido adelante, por lo que rechaza ser un ejemplo para alguien pues no le gusta contar su vida, aunque sí le gusta ayudar a otras personas, en tanto imagina lo que puede ser a futuro.

“Podría decirte que me gustaría tener mi propio salón de belleza, mi gimnasio de box o que voy a ser campeona. Hay metas y sueños que uno tiene, pero me siento bien con lo que tengo; soy feliz con lo que hago”, afirmó.

-Fin de nota-

 

NTX/RDR


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