Por Aldo Fernández
En la cabalística jornada 13, los Pumas de la UNAM siguen siendo los mandones del torneo, jugando como los grandes, como los que quieren ser campeones, con futbol de altura que atrapa a la tribuna. No contentos con golear al León, hacen que renazca el gusto por ir a CU los domingos de partido y que sus seguidores saquen el pecho, orgullosos de sus colores.
Eso se combina con el desencanto de los seguidores de chivas que a duras penas lograron la igualada con el aguerrido Puebla. Al parecer la magia Almeyda comienza a diluirse a medida de que los jugadores regresan a la zona de confort.
Los que de plano ya ni la gana pega para verlos y que en diferentes tonos y modalidades sus aficionados se han dado a la tarea de recriminarles su pobreza es a la descarrilada máquina de Cruz Azul. Ni los gritos y sombrerazos del jefe Boy pudieron sacar del mediocre letargo a estos burócratas del balompié que, con poco trabajo y menos actitud, arrastran el prestigio semana a semana sin importar la llegada de nuevo cuerpo técnico y la confianza a toda prueba de sus patrones.
Pegados a frontera norte, los reclamos airados de los que se dieron cita en el estadio Caliente de Tijuana tuvieron eco. Rubén Omar Romano perdió la categoría momentáneamente como director técnico de primera división al no encontrar funcionamiento ni acomodo de los Xolos. La gota que derrama el vaso es caer frente al América y acercarse a los últimos lugares de la tabla y próximo a la hoguera del descenso porcentual.
Semana cabalística, de buena suerte para algunos y de pobreza absoluta para otros, ya entrando en la recta final de la liga MX
